jueves, 10 de noviembre de 2016

Trumpmanía y la dictadura de lo "políticamente correcto"

No vengo a hacer una carta de indignación por el desperfecto de la democracia pero tampoco una oda a la política estadounidense, vengo a dar sentido contextual a la victoria de Trump y a criticar a todos aquellos que se creen dueños del conocimiento absoluto sólo por repetir cual loros lo que dicen unos líderes de opinión de cartón, prefabricados por los medios para hacerle creer a las masas que son inteligentes y que sus opiniones valen.  


La victoria de Trump se aseguró gracias a la explotación del odio, una estrategia popular en la izquierda cuya efectividad no se puede negar, fue el Che Guevara quien dijo: “Un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal” y vaya que tenía razón, sólo que la mayoría de la gente etiqueta al odio como algo “malo” pese a ser una emoción humana, éste se almacenó de tal forma que fue explotado por un político demagogo como Trump, al igual que en su momento también lo hizo Hugo Chávez (no se están comparando en posturas ideológicas, simplemente en estrategias políticas). ¿Saben quién es el culpable de todo ese odio almacenado?, así es, la nueva dictadura de lo “políticamente correcto”, cuyo actuar fascista le dio un golpe a la libertad de expresión al prohibir todo comentario negativo hacia las vacas sagradas de la segunda década del siglo XXI: las mujeres, negros, mexicanos, homosexuales, gente “mente abierta”, discapacitados, entre otros… 


Con esto no se está construyendo una apología hacia el crimen de odio, sino una idea que se refiere a la tendencia actual de castigar exageradamente a cualquiera que se atreva a decir algo “no bueno” sobre los homosexuales o alguno de los grupos que por ser “indefensos” o “minoritarios” son defendidos por terceros de una forma que raya en la sobreprotección y el fanatismo, cualidades criticadas en los conservadores de la vieja escuela por parte de las nuevas generaciones. 

En fin, la moda de la “tolerancia obligatoria” ha oprimido de tal forma que aquellos que no estén en un cien por ciento de acuerdo con el comportamiento o forma de pensar de las vacas sagradas mencionadas anteriormente serán reprendidos con el escarnio público a más no poder.

Que no se olvide el caso de Phil Robertson, el patriarca “redneck” estrella del programa de televisión Duck Dynasty, criticado hasta el punto en que sus detractores pidieron cancelar el show por sus comentarios en contra de la homosexualidad publicados por la revista GQ, ¿dónde está la maldita tolerancia que tanto exigen si este hombre fue tachado por pensar diferente al resto?, ¿es malo porque nació y creció en otra época donde lo “políticamente correcto” era algo distinto a lo que es hoy?, pues sí, para la mayoría lo es, no saben distinguir entre una opinión conservadora en la que se cataloga a la homosexualidad como pecado y una incitación al odio como lo sería: “Vamos a quemar vivos a todos los maricas”.

Ahora, “imagínense” (por no decir “sepan”) que la represión de todo comentario “no acorde” con las nuevas tendencias “tolerantes” es una práctica que se extiende por todos los niveles de la vida pública, evidentemente los que piensen distinto deberán mantener sus bocas cerradas para evitar represalias hasta que uno de ellos se harte y diga en voz alta lo que muchos estaban pensando, ¿cuál es la reacción natural?, admirarlo, ¿y saben quién hizo eso?, así es, Donald Trump, ¿no han parado de leer?, los felicito. 

Trump se aprovechó del odio acumulado y de la situación en la que nadie podía expresarlo para hacerlo primero y así arrasar la opinión pública por medio del show and shock, en otras palabras, los “luchadores de la tolerancia” fueron los precursores de la victoria de Trump, prohíbe algo y se hará más rápido, así de simple. 

Lamentablemente, esta dictadura de lo “políticamente correcto” ha idiotizado hasta los periodistas en los medios tradicionales que no dejan de hacer comparaciones sin fundamento entre el muro que Trump todavía no construye y el Muro de Berlín, ¿por qué opinar esto no tiene fundamento?, simple, porque México y Estados Unidos no son un mismo país y autonomía en políticas migratorias no es igual que conflicto territorial bajo tensiones en la Guerra Fría, además, muchos medios de difusión y personas en general pintan a Estados Unidos como un país “guardería” para nosotros los latinos en lugar de intentar acomodar estas malditas cloacas llamadas “países del tercer mundo” de tal forma que nadie deba pensar en emigrar. A continuación otras afirmaciones inútiles sobre Trump:

“Trump es un ignorante”, lo siento, nadie que haya superado una bancarrota para resurgir como magnate es un ignorante. 

“Trump es un misógino” ¿y esto qué tiene que ver con ser presidente? 

“Trump odia a los latinos” qué va, esto es cierto, tienen razón, pero… ¿eso no importa a menos que decida ir casa por casa matando a todos aquellos apellidados “Sánchez”?, ¿no?, sólo es una opinión ¿o a lo mejor quisieron decir: “Queremos emigrar a Estados Unidos ilegalmente y que el gobierno nos dé casa y comida gratis sin tomar en cuenta los intereses de sus propios ciudadanos”?.  

En fin, esto fue una excelente ocasión para demostrar que el odio no debe reprimirse sino curarse o de lo contrario puede ser usado como herramienta política por gente como Trump, sin dejar de mencionar que los latinoamericanos prefieren mantener la creencia de que pueden condicionar la idiosincrasia de Estados Unidos en lugar de mejorar sus países de origen para no tener que emigrar, por otra parte, la moda de lo “políticamente correcto” ha hecho que cualquiera que la defienda sea exaltado como “intelectual”, “héroe” o lo que sea, sin importar lo vacío de sus argumentos. Me despido a sabiendas de que también seré llamado “ignorante”, bueno, es su opinión, no la mía. 



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