jueves, 29 de diciembre de 2016

La ilusión del Mundo Justo





Recuerden sus días en el preescolar o en la escuela primaria, piensen en las lecciones de sus maestras y sus padres, quizás el primer patrón de comportamiento que les hicieron adoptar a través del acondicionamiento de los valores hipócritas de la sociedad occidental exhibidos en las escuelas, hogares, medios e iglesias fue la tendencia a confiar en el "mundo justo", aquel lugar en el que el bueno es recompensado y el malo castigado, algo que en teoría suena excelente pero en la práctica es sólo una mentira.

"Cada quien tiene lo que se merece" era una oración que mi maestra del preescolar decía con regularidad, quizás todos la hayan oído con diferentes palabras,  lo cierto es que dicho dogma se nos incrustó desde el nacimiento hasta ser tomado como verdadero y luego refutado sin anestesia cuando nosotros mismos nos topamos con alguna clase de desgracia, a todos nos ha pasado alguna vez que tras sufrir algún percance oímos a nuestros allegados decir que eso ocurrió porque algo hicimos mal mientras que al recordar claramente nuestras acciones, estamos seguros de que no fue así sino una casualidad, esto se debe a la falacia del mundo justo. 

La creencia de que existe una clase de "justicia omnipotente" o "divina" suena inmediatamente a una razón meramente religiosa, aunque la realidad es que es un fenómeno presente en toda la población de acuerdo con los estudios del psicólogo social Melvin J. Lerner, quien fue el autor del libro titulado: The Belief in a Just World: A Fundamental Delusion  "La Creencia en un Mundo Justo: Una Desilusión Fundamental" (1980), en él, Lerner describe un experimento en el que se convocaron a varias estudiantes de la Universidad de Kentucky , Estados Unidos, para que asistieran a un experimento durante el otoño de 1962, éste les fue planteado como un estudio sobre el trabajo individual y la forma en que contribuye al esfuerzo de grupo, debido a que en realidad ellas eran el objeto de estudio.

El experimento constó de introducir grupos de cinco personas aproximadamente en una habitación con un espejo de dos caras que daba hacia una mesa sobre la que había cartas con letras escritas en éstas, las personas que acomodarían las cartas debían hacerlo para formar una palabra mientras eran observadas por las estudiantes y, si bien debían formar dos palabras completamente diferentes, no había forma de catalogar a una de estas palabras como "mejor" que la otra, es decir, no había términos de calidad, cabe destacar que las observadoras no podrían apreciar el proceso de escritura porque un telón les tapó la vista del espejo de doble cara poco antes de que el proceso comenzara. Con todo y lo anterior es obvio decir que la recompensa que se le otorgó a uno de los sujetos que ordenaron las cartas fue evidentemente arbitraria, no obstante, las estudiantes insistieron en que el ganador lo había hecho mejor de alguna forma mientras trataban de justificarlo en un intento de convencerse a sí mismas.

Más adelante, Lerner realizó un experimento similar en el que un cómplice fingía recibir choques eléctricos cada vez que se equivocaba en una tarea, evidentemente los observadores no sabían eso y comenzaron a despreciar al cómplice en aspectos como su personalidad y apariencia, esta conducta se asemejaba con la de sus estudiantes al hablar despectivamente de los pobres mientras ignoraban las fuerzas incontrolables que contribuyen a la pobreza. Lerner concluyó con su trabajo que la recompensa y el sufrimiento pueden ser producto del azar o del accionar de alguien; sin embargo, las personas se niegan a aceptar este hecho mediante un sesgo cognitivo que termina en una falsa sensación de ser capaces de predecir el resultado de algo simplemente por seguir las normas establecidas. En palabras de Sunstein se establece que:

"Las víctimas participan también de las estrategias de reducción de las disonancias, entre las que se incluye la disminución de la autoestima, para acomodar, al mismo tiempo, el hecho de la victimización y la creencia de que el mundo es esencialmente justo. En ocasiones es más fácil asumir que existen razones para el sufrimiento, que pensar que éste ha sido impuesto por crueldad o por suerte. Considérese aquí el sorprendente hecho de que en el juego de la lotería, muchos de los participantes, beneficiados y no beneficiados, consideran que el resultado del proceso puramente azaroso es, de alguna forma, un resultado merecido" (p.69). 

Así que recuerden: la justicia divina no existe y la justicia del hombre se compra. 


Referencias:

https://en.wikipedia.org/wiki/Melvin_J._Lerner

http://www.biblioteca.org.ar/libros/142306.pdf

https://books.google.co.ve/books?id=1t3VBQAAQBAJ&pg=PR3&dq=The+Belief+in+a+Just+World:+A+Fundamental+Delusion&hl=es-419&sa=X&redir_esc=y#v=onepage&q=The%20Belief%20in%20a%20Just%20World%3A%20A%20Fundamental%20Delusion&f=false

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